Son ya cuatro noches las que llevo trasnochadas...
Apenas pego ojo ya, y sé que es pronto para empezar a dar la chapa acerca de los temas de siempre. Esos que nunca llego a poder resolver.
Durante el día soy una completa desconocida, sin rasgos definidos ni prioridades exquisitas. Soy tan solo alguien que está ahí, evadiendose de todo cuanto me rodea, porque cada vez más, todo cuanto me rodea me aborrece de una manera sobrenatural.
Aborrezco sus caras, que no son más que el disfraz impoluto de lo que guarda el interior. Aborrezco sus sonrisas cargadas de tan poca sinceridad. Aborrezco la forma en que tratan de complacer a todos los que les rodean, excluyendo, eso sí, a los que de verdad merecen la pena. Aborrezco su capacidad de tomar decisiones sin apenas consultar la opinión de los demás, menospreciando de este modo la voluntad de poder decidir. Aborrezco sus conversaciones insulsas, que carecen en la mayor parte de ocasiones, de un sentido real, del interés que puede generar algo que es realmente importante. Aborrezco las tapaderas, los secretos, la mentira, ocultar cosas insignificantes que adquieren su valor unicamente por el hecho de ser ocultadas. Aborrezco su despreocupación por cosas importantes y su preocupación por cosas que no lo son. Aborrezco su comportamiento, ese que tan solo consigue hacerme cohibir y me impide mostrarme tal y como soy.
Sí, me aborrecen ellos en sí.
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