Una vez leí que las palabras son escasas para expresar la inmensidad de los sentimientos. Me gustó esa frase y la marqué con lapiz sobre el papel de aquel libro que sin saberlo todavía, se convertíria en uno de mis favoritos.
Así es como funciona.
No sabes que estás viviendo el mejor momento de tu vida hasta que éste acaba.
Y entonces un día, inevitablemente, acaba.
Y te encuentras delante del portátil, con los ojos empañados en lágrimas, tratando de explicar de la mejor manera posible todo lo que han significado estos meses, con la sensación de que nada de lo que escribas estará a la altura de lo vivido.
Hoy te marchaste para siempre.
Te despedimos en la estación con los sentimientos a flor de piel. Jamás había tenido antes la sensación de perder a alguien de verdad.
Caminamos hacia casa sin saber muy bien que decir. Inconscientemente todo me recordaba a ti, y hacia apenas unos minutos que te habías ido.
Vale trató durante todo el camino de tener conversación, de mantener la mente ocupada para no estar tristes. Pero se me hacía inevitable no pasar por las calles y recordar momentos en los que tú sí estabas.
Cada calle de aquí tiene ahora algo de ti.
Y eso es maravilloso.
Te voy a extrañar mucho. Tu sonrisa, tu forma de contagiarla, su positivismo.
La manera en que me asustabas recién había entrado en la casa con tu portentosa manera de abrir la puerta de tu cuarto.
O cada vez que estaba comiendo en el salon saber que en cualquier momento aparecería medio cuerpo tuyo por la puerta y dijese de esa manera tan peculiar un "hola" precediendo a mi nombre.
Tus "te lo voy a devolver" cada vez que te hacía rabiar pegándote.
Nuestros paseos nocturnos por esta ciudad a la que ahora aprecio por lo que en ella viví. Así como los interminables dialogos en cualquiera de nuestros cuartos.
Jamás olvidaré tu cara de pánico cuando caí al hielo tratando de ganarte en una carrera inventada.
Y las risas de después. Sobre todo las risas.
Porque todos nuestros momentos fueron increiblemente buenos.
Los partidos de "nuestro" equipo de fútbol.
Aquella maravillosa visita a Salamanca...
Las quedadas con Fer y Vale en nuestra casa para cenar pizza. También Andrea.
Las salidas de fiesta.
Tus canciones, las mías.
Repetirte hasta cansarte cuánto me gusta Joey...
Tantas cosas...
Hasta en los peores momentos sabíamos sacar el lado bueno, como cuando casi vomitamos en el salon por tú ya sabes qué.
Porque subir las escaleras hasta un cuarto piso a altas horas de la madrugada se llevaba mejor si al lado tenia a alguien con quien poder quejarme.
Nuestras charlas sinceras en las que descubrimos que eramos almas gemelas viviendo en dos puntas del mundo bien distintas.
Tu forma de asegurarme que la suerte existe, y la magia también, tu insistencia en que yo también debía de creer.
He de decir que sigo siendo la misma persona racional que conociste, aunque ahora también le hago hueco a la magia.
Quedó demostrado el último día cuando completamente por azar volvimos a coincidir en la cafetería de la residencia de Vale. No podía creer que una serie de sucesos nos llevasen a las cuatro al mismo punto, justo ese último día.
Realmente estabamos conectadas.
Si eso no es magia, entonces no he aprendido nada.
Estoy triste porque te fuiste.
Valoro todo lo que hemos compartido en este pequeño periodo de tiempo, pero eso me hace estar aún más triste. La idea de que a pesar de que mantengamos el contacto, nada será igual, es algo recurrente que hace que se me llenen los ojos de lágrimas.
No puedo evitar a la vez sentirme mal por la cantidad de veces que decidí no participar en los planes que ideabas. No sabes cómo me arrepiento de no haber compartido aún más momentos contigo.
Pero supongo que eso forma parte del aprendizaje.
Porque sin duda que algo aprendí de todo esto. Y es que el tiempo pasa muy rápido y no perdona. Las cosas se han de hacer ahora. No existe otro momento.
Siento no haber estado a la altura aquella última noche en la cena de despedida en nuestra casa. Me hubiese gustado decirte tantas cosas... Pero ya sabes cómo soy. Mi cabeza trata de huir de todo lo que sea sentir... y fui incapaz de dedicarte las palabras que merecías oír
Y ya solo me queda desearte lo mejor en tu vuelta. Cumple tus sueños, cualquier cosa por inverosímil que sea, pero que te haga feliz.
¿Acaso no es esa la conclusión a la que habíamos llegado?
Sigue con tus locuras, no dejes nunca de hacerlas.
El mundo es de los locos que creen, mientras los nadies se desvanecen.
Así que sí. Lo repito.
Que una vez leí que las palabras son escasas para expresar la inmensidad
de los sentimientos. Son escasas y apenas dicen nada.
Cómo me gustó esa frase.
La marqué con lapiz sobre el
papel de aquel libro que sin saberlo todavía, se convertíria en uno de
mis favoritos.
Así es como funciona.
¿No?
No sabes que estás viviendo el mejor momento de tu vida hasta que éste acaba.
Gracias por crear y formar parte de uno de los momentos más importantes de mi vida.
"Y se fué.
Como pescado en el mar.
Y yo sentado y en la arena, el viento que pega, la ola lo vuelve a llevar"