
Ignoraba que no todos los finales tienen su final.
Apenas ya le dolía pensar que no hubo despedida.
No recordaba la última vez que estuvo con él, ni dónde.
Tampoco cuáles fueron las últimas palabras que intercambiaron.
Mucho menos algún gesto que hiciera.
Solía decirse que las cosas no se acaban sin un final.
¡Se suponía que aquello no podía ser el final!
Y en cambio, algo muy dentro de ella, le decía que sí lo era.
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